El discurso más aburrido de Bush

EL PAÍS (JAVIER DEL PINO - Washington) - 02-04-2004

Un momento del vídeo donde un niño no para de bostezar mientras escucha el discurso de George W. Bush. El niño, situado detrás de Bush, bostezaba, se frotaba los ojos y movía la cabeza para no dormirse

Cuando el presidente de Estados Unidos tiene que pronunciar un discurso en cualquier rincón del país, la Casa Blanca pone en marcha una serie de recursos narrativos y estéticos diseñados para dar trascendencia al acontecimiento, sea cual sea su envergadura real. Los redactores de discursos llenan páginas con gramática grandilocuente, los estilistas deciden si George W. Bush debe aparecer con traje clásico, con camisa desabrochada o con casaca militar, los escenógrafos otean el lugar del acto para buscar el mejor tiro de cámara y los políticos locales localizan al público con mejor capacidad para el entusiasmo y mayor inclinación por el aplauso.

Ese esfuerzo quedó destrozado hace unos días por culpa de un niño de 12 años con dudoso sentido de la educación. Su comportamiento en el escenario, junto a Bush, pasará a la historia como uno de los momentos más cómicos de la televisión en directo, aunque al equipo electoral de Bush el episodio no le hace ni pizca de gracia.

Ocurrió en el Centro de Convenciones de Orange County en Orlando (Florida). Bush tenía que pronunciar un discurso sobre educación. Convenientemente, la Casa Blanca había llevado al escenario a un grupo de padres y alumnos de colegios de la zona para completar el decorado, igual que ponen soldados cuando Bush actúa en cuarteles o colocan mineros detrás del presidente cuando el discurso es sobre política laboral.

Justo al lado de Bush estaba, de pie, un niño de 12 años con camiseta mal abrochada y una gorra de béisbol descolorida. Y empezó el discurso.

A los pocos minutos, el niño empezó a bostezar de manera irrefrenable. "El sistema educativo necesita apoyo federal y se lo daremos", predicaba Bush. Y el niño bostezaba no con discreción, sino con virulencia, como si estuviera obligado a demostrar que le parecía el momento más aburrido de su vida.

"Vamos a aplicar una disciplina estricta de gasto para desplazar ayudas a la pequeña empresa", seguía Bush, que estaba sólo unos centímetros por delante del niño y por tanto no podía contemplar su ataque de aburrimiento.

Agotados los bostezos, el niño empezó a mirar su reloj cada medio minuto. Luego estiraba los brazos para desperezarse, se frotaba los ojos y movía la cabeza para intentar no dormirse, aunque en algunos momentos se le caía la cabeza con los ojos cerrados hasta que se despertaba justo antes de desplomarse hacia el suelo.

Ni Bush lo veía ni el resto de la gente que estaba detrás de él era capaz de decir nada al niño. Todos actuaron como si aquello no estuviera pasando. Y así durante 42 minutos de discurso.

Ninguna cadena de televisión retransmitió aquel acontecimiento porque ni siquiera alcanzaba esa categoría, era un acto más de campaña, y posiblemente quienes estuvieron allí hicieron un esfuerzo por olvidarlo. Hasta que David Letterman, el presentador del Late Show en la CBS, encontró el vídeo y, en él, una mina de comedia.

Emitió el vídeo en su programa del lunes, insertado en un segmento que tituló: "George W. Bush: Cómo dar vigor a la juventud americana". Inmediatamente, el vídeo empezó a circular por todas las cadenas. Al día siguiente, la CNN lo repitió en varias ocasiones.

La presentadora del programa, Darren Kagan, bromeaba al preguntarse: "¿Qué es más divertido, el niño o que nadie le diga nada?". Pero a la vuelta de publicidad, Darren Kagan aseguró: "Bien, nos hemos reído mucho con el vídeo de David Letterman, pero nos dice la Casa Blanca que el niño no estaba en ese acto; se trata des un montaje y por eso la gente a su alrededor no le decía nada". Se acabaron entonces las risas, pero sólo hasta la noche. Letterman volvió a emitir el vídeo en su programa y dijo: "Señoras y señores; les aseguro que eso es absolutamente y un 100% mentira. El niño estuvo allí e hizo todo lo que hemos sacado en el vídeo". Al cabo de un rato, Letterman dijo en antena que había recibido una llamada de alguien en la cadena estadounidense CNN que no llegó a identificar pidiendo disculpas porque el desmentido no procedía de la Casa Blanca como se dijo; alguien pensó que podía ser un montaje y la presentadora, sin pensárselo dos veces, solemnizó el desmentido y se lo atribuyó inmediatamente al edificio presidencial. Letterman lamentó después haber acusado al Gobierno de mentir: "Ya sé que lo que me espera ahora", dijo después con su ironía habitual, "es una inspección fiscal".

El diario Orlando Sentinel ha logrado identificar al niño, que es, nada más y nada menos, el hijo de un político republicano que ha logrado sustanciosas contribuciones para su propio partido. Rich Crotty asegura que la culpa es suya, no del niño, por haberle dejado acostarse tarde la noche anterior. "Acepto la responsabilidad. Su madre estaba fuera y fue culpa mía que durmiera poco". Y no le quedó más remedio que reconocer lo obvio: "La verdad es que el vídeo tiene gracia".

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